Avenida Del Escritor

John Maxwell es un escritor, entrenador y conferencista estadounidense quien tiene más de setenta libros, en donde los más conocidos son Las 21 leyes irrefutables del liderazgo y Las 21 cualidades indispensables de un líder.   “El talento nunca es suficiente” Es un libro muy completo que llevará al lector por un viaje a través de  13 decisiones  que le ayudarán a convertirse en una persona realmente sobresaliente, en alguien que tome ventaja de los talentos que tiene y dé todo de sí en cada momento. Este libro me gustó, no lo volvería a leer en este año pero fue ese algo que me inspiró a ser mejor. La   narrativa es impresionante, logra atraparte con simples historias que dicen mucha verdad «El talento nunca es suficiente». Y aunque en algunas ocasiones lo dejé de lado porque es un libro que se debería leer en físico, siempre volví a él. Este libro contiene 13 capítulos con   13 decisiones: 1.                Creer eleva tu talento. 2.                La pasión estimula t

  El inicio de algo siempre trae con él la sensación de vértigo, pero es normal, es normal creer que puedes estrellarte, pero entiende algo, a veces estrellarse es bueno , porque al hacerlo aprendes de tus errores. ¡No temas! Y si temes hazlo con miedo, yo siempre digo eso, y si eres nuevo por acá, sépalo, mis lectores de Avenida el escritor saben que es así. Cuando comienzas a escribir una novela, lo haces para ti, porque siempre escribes para ti, la única diferencia de que lo publiques en alguna plataforma, es que quieres mostrarlo al mundo, pero cuando inicias en ese mundo, en el de la escritura o el de cualquier cosa, todo comienza a cambiar. ¿Por qué?, porque todo maestro en algún momento fue estudiante, y aunque tengas 10 best sellers eso no implica que dejas de estudiar para mejorar cada día. ¿Crees que Stephen King no estudia para mejorar la forma en la que escribe?, y si, lo sé, Stephen King es un rey en la escritura, pero las personas jamás dejan de aprender, y si no

Caminaba por un puente de piedras en un campo repleto de girasoles, mientras que la brisa revolvía su cabello ondulado.   Observó el cielo de donde venia una melodía tranquila, calmada y por el rabillo del ojo vio la silueta de un niño a lo lejos. Decidió ver quién era ya que lo llamaba aunque no escuchara nada aparte de las aves, pero de pronto su cejo se frunció. Comenzó a caminar un poco más rápido hasta que el rostro del pequeño se volvió visible; se detuvo en seco y lagrimas empezaron a derramarse por todo su rostro. No creía lo   que tenía frente a él. Pensaba que era una horrible broma, pero, ¿Quién haría eso? Es una ilusión, susurró cuando salió del transe en el que estaba, pero no se movió, se quedó inmóvil hasta que el niño empezó a caminar hacía el. —     ¿Papá? Esto no es real, se repetía, una y otra vez como un mantra hasta que el niño volvió hablar. —     ¿papá, estas llorando? — dijo cuando se detuvo frente a él. —     Charley… El chiquillo se acerc