Charley
Caminaba
por un puente de piedras en un campo repleto de girasoles, mientras que la
brisa revolvía su cabello ondulado.
Observó el cielo de donde venia una melodía
tranquila, calmada y por el rabillo del ojo vio la silueta de un niño a lo
lejos.
Decidió
ver quién era ya que lo llamaba aunque no escuchara nada aparte de las aves, pero
de pronto su cejo se frunció. Comenzó a caminar un poco más rápido hasta que el
rostro del pequeño se volvió visible; se detuvo en seco y lagrimas empezaron a
derramarse por todo su rostro.
No
creía lo que tenía frente a él.
Pensaba
que era una horrible broma, pero, ¿Quién haría eso?
Es
una ilusión, susurró cuando salió del transe en el que estaba, pero no se
movió, se quedó inmóvil hasta que el niño empezó a caminar hacía el.
— ¿Papá?
Esto
no es real, se repetía, una y otra vez como un mantra hasta que el niño volvió
hablar.
— ¿papá, estas llorando? — dijo cuando
se detuvo frente a él.
— Charley…
El
chiquillo se acerco y tomo su muñeca como siempre lo hacía, el, al ver que
sentía como su pequeña mano se amoldaba a la suya, se agachó y tomo su rostro.
— —Charlie, ¿eres tú? —tartamudeó luego de unos minutos observando sus ojos café y aquella pequeña cicatriz que se hiso al caer de la bicicleta.
— —Claro.
Seguía
sin comprender que era lo que tenía frente a él. Es una ilusión, no es real seguía repitiéndolo
luego de levantarse del suelo sin soltar
la mano de su hijo, se dio unos cuantos golpes en la cabeza y volvió a ver al
niño.
—Esto
no es real—Comento en un balbuceo que no se dirigía hacía nadie en especifico. Su
mano derecha no dejaba de moverse sobre su cabello y la izquierda jugaba con un
hilo suelto del los jeans.
—¿Qué
no es real? —Preguntó desconcertado— Papá, no nos queda mucho tiempo, ¿podrías
solamente abrazarme hasta que me digan que vas a estar bien?
No
pensó mas, simplemente se limitó a abrazarlo. Pero unos cuantos minutos después
una pregunta seguía rondando su cabeza. Seguía
repitiéndolo hasta que se cansó y le preguntó:
—¿Quién
te va a decir que voy a estar bien?
—Él—comentó
señalando una luz resplandeciente a sus espaldas.
Giró
medio cuerpo sin soltar a su pequeño y una luz cegadora comenzó a expandirse a
su alrededor. De pronto miles de recuerdos empezaron a pasar por su mente como
si se tratara de un cortometraje.
Vio
el día en que su esposa le anunció que sería padre, vio el nacimiento que duro horas, vio cuando lo tuvo
por primera vez en sus brazos, sus primeros cumpleaños, sus primeras palabras. Vio
la vida de su hijo pasar por sus ojos, y por último, vio el día en que lo
perdió.
No
dejaba de abrazarlo diciéndole cuanto lo quería, pero poco a poco iba dejando
de sentirlo, levanto su rostro, lo vio con la mirada borrosa y le sonrió, después
escuchó a lo lejos un “adiós” y en seguida todo se esfumó.
Tardó dos minutos en comprender que había ocurrido,
se secó las lágrimas con la camisa, alejó el edredón que era el causante de su
calor, se sentó en la cama y suspiró.
Más
tarde, luego de pensar y reproducir lo ocurrido una y otra vez, dijo:
¾
Solo…fue
un sueño…
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